Texto de M. Àngels Canut con motivo de la exposición
Pensieri Preziosi – 5 edicione
La libertad de la Joya.
Innovazione, colore ed energia: gioelli dalla Scuola Massana di Barcelona
Oratorio di San Rocco
Padova, 2009
MANUEL CAPDEVILA
Barcelona, 1910 -2006
Se inicia en el aprendizaje de joyería en el taller del su padre, el joyero Joaquim Capdevila Meya (1876-1959) y en el atelier parisino, Lacambra. Asistió a las clases de pintura del pedagogo Francesc d’A. Galí a l’Ateneu Politecnicum. A lo largo de su vida alternó la profesión de joyero con su pasión por la pintura.
Durante la segunda mitad de lo años treinta Manuel Capdevila se adentra en el proyecto de dignificar la joya. Entendiéndola como un medio de expresión artística, donde hacia prevalecer el hecho artístico por encima del artesanal. Se apartó del proceso de industrialización que había favorecido la decadencia de la joyeria.
Este propósito fue compartido por el FAD, por la Escuela Massana y recogido por un grupo de intelectuales y críticos de arte que con su apoyo colaboraron el restablecimiento del espíritu artístico que la joyería había alcanzado anteriormente con alhajas de los Masriera.
Durante los años de la guerra civil española (1936-1939) residió en París donde continuó en soledad y de manera perseverante con su ideario. Donde realizó unos broches de plata y laca japonesa, en colaboración con el lacador Ramon Sarsanedas, con formas fracturadas neocubista alternadas con otras de contornos delicados de clara evocación surrealista, en la línia de Picasso, Braqué, Gris y Hans Arp, Henry Moore y Dalí, que expuso en el Salon d’Automne de París en 1938.
H. Maistre i R. Serlanges, en sus respectivos artículos en las revistas Arts Revue Mensuelle Artistique, Llitteraire, Musicale, Théâtrale y La Reveu Moderne Illustrée des Arts et de la Vie, elogiaron la concepción personal y el carácter renovador de las joyas. A pesar de todo, las joyas cayeron en el olvido y hasta 1959, en la Exposición Conmemorativa XXX Anivesario de la Escuela Massana Conservatorio Municipal de Artes Sunturarias, no tomaron una proyección internacional. Desde el punto de vista estético, los broches abrieron una fractura en los cánones establecidos. Actualmente forman parte de la colección del Museo Nacional de Arte de Cataluña junto la con la Corona Kolbe, importante pieza de orfebrería realizada en 1954.
De retorno a Barcelona en 1939, Capdevila inicia la recuperación del taller familiar maltrecho por los años del conflicto civil y asumió la dirección artística. Las rosas, flores de nieve, claveles realizados en memoria del país vecino, muestran una extrema exquisitez y un elevado conocimiento del oficio. Alternó el afán renovador de la etapa floral con el tanteo y la observación de nuevos materiales: piedras de playa, pequeñas maderas, conchas, claros de luna… elementos naturales que, con una mínima manipulación, adquirían una extraordinaria belleza que implicó, a su vez, una variació formal. Joyas únicas y personales, obradas con materiales austeros y de contenidos exultantes. El interés plástico superó al material. Un ensalzamiento de la joyería que situaría a Manuel Capdevila de una manera preeminente en la vanguardia de la joyería internacional con un postulado que transfirió a la orfebreria civil y también a la religiosa, en un trabajo delicado no exento de sobriedad.
En Barcelona, la Escola Massana era el centro donde se fomentaban las enseñanzas de las Artes Suntuarias y Decorativas, especialmente las de aquellos oficios artísticos la tradición de los cuales corría el peligro de caer en el olvido. Lluís Maria Güell era el director y el 1958 empezó a planear los actos conmemorativos del 30 aniversario de la Escuela. Para el acontecimiento, contó con la colaboración de los ex alumnos Manuel Capdevila, Jordi Mussons y Enric Cluselles.
Así, se preparó, la Exposición Conmemorativa del XXX Aniversario de la Escuela Massana Conservatorio Municipal de Artes Suntuarias, que tuvo lugar el 1959 en el Antic Hospital de la Santa Creu de Barcelona. Capdevila participó como exalumno presentando pintura y diversas piezas de joyería, entre las cuales destacan los broches obrados en París en 1937. La Exposición fue el testimonio de la labor desarrollada por la escuela a lo largo de los años y de la adaptación a las nuevas corrientes estéticas.
Güell, conocedor de la obra y del ideario de Capdevila, quiso colaborar con el proyecto de crear dentro de la escuela el Aula abierta de joyería. Con ocasión de los actos conmemorativos, le ofreció la dirección a Capdevila, otorgándole confianza y libertad, para que la dispusiera y la dirigiera, según su criterio; Capdevila aceptó, con la condición que la propuesta inicial se ampliara a fin de poder destinar una parte del programa a la vertiente artística y la otra a la técnica., ambas vinculadas entre si, una al servicio de la otra. Así pues, la joyería y la orfebrería quedarían integradas en el cuadro de enseñanzas técnicas y practicas de la escuela y dentro del ámbito de las Bellas Artes.
Estas enseñanzas era una necesidad imperativa, ya que los alumnos aprendices de joyería y platería eran cada vez más numerosos dentro de la escuela, en detrimento de los talleres profesionales, que cada vez había menos. Los nuevos discípulos eran jóvenes ilusionados, interesados en la creación plástica y en el aprendizaje del oficio, precisaban a alguien que dirigiese sus aspiraciones básicas para convertirse en buenos joyeros y orfebres. Las joyas hechas en la escuela estaban libres de los condicionamientos comerciales, los alumnos podían disfrutar de las posibilidades creativas al mismo tiempo que buscaban soluciones para el desarrollo de sus propias ideas, a diferencia de los talleres en donde trabajaban, donde esto no era posible porque el programa de trabajo estaba ceñido a las circunstancias laborales de la producción.
La escuela fomentaba y velaba la sensibilidad artística, a la vez que formaba nuevos creadores. Existía una profunda compenetración entre discípulos y maestros, se dejaba un margen amplio de iniciativa al alumnado. Cada fin de curso se organizaba una exposición con los trabajos de los alumnos que era seguida por los críticos de arte, quien en sus escritos descubrían artistas noveles.
Capdevila se hizo cargo de las clases teóricas de enseñanza artística y de concepto. Las clases, que tenían una veintena de alumnos, despertaron un gran interés. Saber mirar era el título del temario. Enseñaba a los jóvenes alumnos a mirar. Mirar, descubrir, trabajar, de la misma manera como se enseñan todas las artes, la pintura, la música. Mirar, enseñar a entender y enseñar a mirar cuando se hace la obra, y su entorno por dentro y por fuera.
Con su maestría Capdevila transfirió al alumnado la idea defendida por la escuela alemana: la educación de la reflexión, de forma intelectual, y del oficio, la realización, como partes integrantes de un todo con tal de conciliar el concepto de joya con los ideales del momento. El arte era el pensamiento y el oficio, el lenguaje. Entendiendo la joya como un medio de expresión, de comunicación, como una realidad sensible relacionada con otros lenguajes artísticos. Unos estímulos que lo acercarían a la nueva joyería internacional.
La escuela tenia un programa de estudio amplio y conciso. Se intentaba que los estudios estuviesen llenos de oportunidades y tuviesen el equilibrio necesario y los fundamentos precisos para diseñar. Había libertad en las realizaciones. Se inauguraba una etapa que se apartaba de la joyería comercial, y poco a poco se introducía en el mundo artístico, apartándose de la artesanía. Se introducía también el concepto de diseño industrial y la posibilitad de trabajar en serie y con nuevos materiales plásticos.
En los cursos superiores, asentadas les bases del oficio, se valoró la iniciativa individual. Se orientaba al alumno a la realización personal, cultivando las preferencias propias a la vez que se estimulaba la realización del producto del ingenio y la inspiración. Cuando se precisaba, se ejercía la tutela.
Se ampliaban las funciones tradicionales, sin alterar la función de la joya como elemento diferenciador social y personal. El valor creativo substituyó al valor económico.
Durante el tiempo que impartió clases, Manuel Capdevila estableció contactos con la escuela de Pforzheim, Kunst Werkschule, considerada el centro de vanguardia de la joya, reconocida en todo el mundo por la calidad de sus profesores, pionera de la nueva joyería en los años sesenta. Su director era Karl Schollmayer: para el la joya era un elemento de decoración personal, ornamentum humanum. Capdevila hizo las gestiones necesarias para llevar a la escuela a una exposición de trabajos de la Escuela de Artes y Oficios de Pforzheim, ayudado desde Alemania por Klaus Ullrich y Reinol Reiling, profesores y amigos, como una manifestación inicial del intercambio cultural entre los dos centros de pedagogía artística.
En 1961 participación en la importante exposición de orfebrería a la International Exhibition of Modern Jewellery 1890 – 1961, organizada por la Corporación de Joyeros de Londres y el Museo Victoria & Albert, junto con otros joyeros remarcables como Jensen, Lalique, Van de Velde y, los catalanes Ramon Sunyer, Jaume Mercadé, Lluís Masriera…
En enero y febrero de 1962 tuvo lugar en el antiguo recinto del Hospital de la Santa Creu de Barcelona la exposición que con el título Exposición de trabajos de la Kunst Werkschule de Pforzheim, exhibieron los proyectos y realizaciones más característicos de las especialidades técnicas cursadas en Pforzheim. La calidad de los trabajos expuestos confirmaban el alto grado de formación alcanzado por los artistas de aquel centro, el más importante de la especialidad en Alemania.
La sección de joyería presentaba unas obras revolucionarias, sus profesores se inscribían en la avanzada de la investigación de la especialidad en Europa. a pesar de que dentro del ámbito barcelonés no trascendió, la exposición significó un punto de partida, porque sirvió de incitación al alumnado. Joyeros catalanes establecieron contacto con talleres alemanes, donde estudiaron, y expusieron sus obras y propiciaron intercambios en las investigaciones. Karl Schollmayer, Reinhold Reiling, Klaus Ullrrich y Herman Start, fueron los maestros de esta nueva generación; algunos de aquellos alumnos han convertido profesores de la Escuela Massana y desde sus aulas se ha creado y promovido esta nueva tendencia que ha seguido caminos paralelos a los de la escuela alemana en cuanto a investigación y divergentes en los resultados.
La exhibición confrontó los trabajos de ambas escuelas. Incidió entre los estudiantes catalanes, y motivó una profunda reflexión que abrió paso a nuevos planteamientos de la joyería contemporánea y un abanico de nuevas posibilidades. Se confirmaba la orientación de la joya catalana hacia las nuevas corrientes europeas, se favorecía progresivamente la relación con la orfebrería centroeuropea y se recibía el influjo directo de Pforzheim. Había una creciente llegada de libros y revistas extranjeras de la especialidad que juntamente con el creciente proceso de industrialización y la presencia dominante de los diseños y el asesoramiento pedagógico, Prepararon el ambiente favorable para la experimentación y la transformación del concepto de joya en mano de la siguiente generación de joyeros.
Los jóvenes catalanes que fueron a estudiar a Pforzheim, una vez concluidos sus estudios, de vuelta trabajaban en la Escola Massana como profesores. Desde entonces Barcelona no ha dejado de mantener contacto con Pforzheim.
Como resultado de la exposición de los alumnos de la Kunst Werkschule, los de la Escuela Massana fueron invitados por los alemanes a preparar otra en Pforzheim, en la cual tenían de presentar sus trabajos.
Se preparó una exposición con los trabajos de los alumnos de la Escuela Massana en Pforzheim. La muestra dio prestigio internacional a las realizaciones de la Massana y se confirmó su carácter europeo. La Kunst Werkschule concedió la Gran Placa anual al director y al claustro de profesores del Conservatori Municipal d' Arts Sumptuàries «Escola Massana», en homenaje a la labor docente que el centro había desarrollado y a la vez en conmemoración y reconocimiento de la acción cultural conjunta que desde hacia más de un año habían iniciado las dos escuelas con la exposición que la escuela alemana había hecho en Barcelona. Esta recompensa era concedida por primera vez a un extrangero, lo que aumentó todavía más la importancia honorifica de la distinción.
Por el Aula Abierta de Joyería pasaron profesores con prestigio internacional. Donde acudieron numerosos alumnos extranjeros, para perfeccionar la formación artística testimoniando el creciente prestigio conseguido por la Escola dentro y fuera del país.
En 1974 empezó a organizarse un taller de Diseño y experimentación de joyería. Del que se hizo cargo inicialmente Anna Font, poco después fue su continuador Ramon Puig Cuyàs, que desde su aula ha fundamentado una corriente que es seguida por numerosos alumnos.
Desde los años setenta hasta hoy, Manuel Capdevila ha paticipado activamente en la vida artística catalana, alternando su oficio de joyero con la dedicación a la pintura.
Su actividad profesional ha sido reconocida con distintos premios, medallas y distinciones honoríficas, destacamos: en 1967 va recibió la Medalla de Oro del Estado de Baviera en la exposición Form und Quälitat de Munic, en 1986 recibió la Creu de Sant Jordi otorgada por la Generalitat de Catalunya, En 1993 fue elegido Acadèmic Honorífic de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi y en 1999 le ver otorgada la Medalla de Oro al Mérito Artístico del Excelentísimo Ayuntamiento de Barcelona.
Diferentes museos y colecciones privadas y publicas han acogido sus joyas y objetos de orfebreria. Destacamos: el Museu Nacional d’Art de Catalunya, Museu de les Arts Decoratives de Barcelona, Museu d' Art de Montserrat, Copoteca del FAD.
M. Àngels Canut
Historiadora del Arte