Josep Civit Joyero y Prfebre

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El artículo de M. Àngels Canut titulado

Josep Civit: la joyería de autor

publicado en la Revista Bonart

n. 63 enero de 2005

Josep Civit

Josep Civit

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Josep Civit, la joyería de autor

 

Josep Civit i Giraut nació en el barrio de Horta de Barcelona en 1927. Durante su niñez, el obrador de pan familiar se convirtió en su primer taller, donde se inició de una manera inconsciente y juguetona en la práctica artesanal.

De pequeño, pasaba largos ratos ante una mesa del horno modelando pasta de pan y barro, haciendo figuras que después cocía su padre. Practicó también la papiroflexia y el trabajo de la madera. La creciente habilidad adquirida con las manos y el conocimiento de las diferentes materias y texturas ampliarían su horizonte formal.

El interés que le despertaba todo lo que se podía realizar manualmente lo llevó a presenciar el proceso de realización de unos pendientes que su madre había encargado al joyero Emili Estradé. Así, sólo con catorce años, acudió al taller para observar cómo trabajaban los operarios. La inquietud naciente por este oficio lo llevó a practicar con el metal, serrar y soldar, haciendo así los primeros ejercicios prácticos de joyería, y a iniciarse de aprendiz en una profesión que apenas empezaba a despertar a él. En el taller de Estradé permaneció por un período de seis años, durante los cuales aprendió las especialidades complementarias del oficio: diseño, preparado del metal, grabado, cincelada, clavado y galvanotècnica, entre otros.

Más adelante, Civit se incorporó al taller de Balart, donde aprendió a hacer cajas para relojes. En 1948 independiza y se instala en un habitáculo de la casa familiar, un espacio que le permitirá experimentar libremente. Al mismo tiempo, amplía su formación junto al escultor Charles Collet, a quien le unirá una fuerte amistad que se hace extensiva a la esposa de éste, Ninon, escultora, Orfebre la pintora; también conoce a Josep M. Garrut, pintor y estudioso del arte.

En este primer taller propio, situado en la casa familiar de la calle de Santo Tomás en Horta, practica con los diferentes metales y estudia la utilización del oro, la plata y el platino. Era preciso conocer el tratamiento de cada metal para poder llevar a cabo las aleaciones y los repujados, pero también la resistencia para conseguir la dureza adecuada a las necesidades de cada pieza. El estudio le proporciona, como él mismo dice "Un profundo conocimiento del oficio" que le permite iniciarse en el dibujo de las joyas, los "garabatos"; interpretarlos y hacer las oportunas modificaciones hasta conseguir unas "piezas de calidad, bien acabadas, llevables y cómodas. Un conjunto de conocimientos y pautas de trabajo que sabrá transmitir más adelante a sus discípulos.

Pronto los encargos se multiplican y el espacio del taller empieza a resultar insuficiente. En 1949 se traslada a un piso de la calle de Horta que le permite la venta a particulares y a joyerías. En 1962 abre en la misma calle un nuevo taller, mayor, donde trabajarán quince personas entre operarios y aprendices que, en el futuro y gracias a la formación recibida, pasarán a abrir sus propios talleres.

En 1964 es invitado, por primera vez, a presentar su obra de forma individual. La exposición, organizada por el Cercle Artístic d´Horta, recibió críticas elogiosas por el alto grado de renovación estética y por la calidad de las piezas expuestas. Posteriormente, Civit participará en exposiciones individuales y colectivas, tanto de ámbito nacional como internacional, a raíz de las cuales será reconocido y galardonado con diferentes distinciones.

Para hacer frente a la producción creciente ya la gran diversidad de piezas ejecutadas, todavía tendrá que hacer, al 1970, un último traslado de taller, esta vez en la calle Martí i Alsina, también en el barrio de Horta, donde trabajarán veintidós cinco colaboradores. Poco después, inaugurará una joyería.

Las piezas obradas por Civit responden a dos criterios diferenciados. Por una parte, la joya de investigación con la que el hecho artístico alcanza un mayor protagonismo: piezas únicas donde experimenta con aquellos materiales y técnicas que considera válidos como objetos plásticos. I, de la otra, la joya realizada como pieza de producción seriada, más comercial, en la que, aunque se repite el modelado, los acabados se hacen manualmente para mantener el aspecto artesano del oficio.

Una parte de la producción iba destinada al mercado de Europa y de Estados Unidos. Todas las realizaciones respondían a los dibujos proyectados por el orfebre que, una vez obrados, patentaba.

A lo largo de su trayectoria profesional, la plata nunca perdió protagonismo, de hecho José Civit se declara un apasionado de este metal. Le cautiva la riqueza de las cualidades que ofrece, los óxidos y de las texturas; la manejabilidad resultante de la combinación de los diferentes aleaciones que le permiten elaborar joyas y objetos de gran diversidad formal, donde destaca también el gran cuidado de los acabados. Con gran exquisitez, se sirve de este metal para acompañar y envolver los diferentes elementos que, fruto del estudio, el interés y la observación del entorno más cercano y el más lejano, incorpora a su arte. Adapta, así, una gran variedad de elementos a la joyería --la fórmica, el pino de Oregon, las láminas de pizarra-- reinterpretando las formas naturales. De la lectura de libros de antropología, surgirán nuevas ideas, joyas y objetos con reminiscencias primitivistas.

La obra de Civit muestra, desde sus orígenes, una política coherente, innovador y seguro que lo hace rehuir cualquier tipo de magnificencia, para conseguir la perfecta moderación de la forma y la austeridad conceptual hasta llegar a la abstracción.

Las joyas de la primera mitad de los años cincuenta estaban realizadas preferentemente en plata y evidenciaban el predominio del trabajo de cincel. Las formas resultantes eran redondeadas, suaves, intimistas y envolventes de las diferentes piedras. A partir de la segunda mitad de los años cincuenta, incorporará detalles de oro y con frecuencia usara ágatas; las joyas tomarán más volumen que en la etapa anterior, y las formas harán evidente el interés del autor por la obra de Ninon Collet.

Para la realización de objetos de orfebrería, empleó el cobre solo o bien combinado con la plata, para alcanzar un generoso abanico de cromatismos y texturas. Las figuras eran predominantemente verticales, rectilíneas y austeras; unas formas que, a finales de los años sesenta, transportará a las joyas distanciándose de las redondeadas y suaves iniciales hasta adentrandose en un mundo geométrico, osado y valiente, en que ampliará el número de materiales empleados --perla cultivada, coral, lapislázulis, malaquita-- y adaptará también otros elementos de la moda del momento que conferirán una gran singularidad a las piezas.

Los primeros años de la década de los setenta, comenzará a experimentar con el soplete para obtener una mayor diversidad de texturas, volúmenes y matices; es el momento en que realiza unas joyas que homenajea la reciente llegada del hombre a la luna. Las piezas resultantes son una contraposición de acabados, de metales matizados y pulidos, de formas sinuosas y simetrías rectas, de planos y volúmenes. En las formas, adapta con preferencia la pizarra y el lapislázuli como piedras ornamentales. Finalmente, ya a finales de los años setenta y principios de los ochenta, comenzará a experimentar con los acabados trabajando las superficies planas y lisas, donde alternará el uso del oro pulido y matizado, en contraste de color con la plata pulida y oxidada. Fruto de este trabajo, presentará una colección de joyas inspiradas en los guijarros.

La alta joyería y las piezas de orfebrería religiosa destinadas al ajuar litúrgico no quedaron excluidas del carácter innovador del artista.

Desde sus inicios, Civit alternó la práctica de la joyería y la orfebrería con la pintura, la escultura y la realización de pesebres, con los que ha logrado el reconocimiento a nivel internacional. Ha sido miembro activo de la Associació Pessebrista de Barcelona, donde ha impartido clases. También ha practicado la fotografía y el cine amateur. Igualmente, de 1950 al 1970, participó activamente en competiciones de motociclismo y automovilismo.

Fue nombrado presidente del Cercle Artístic d'Horta en reconocimiento a su dinámica participación en la vida artística y cultural de esta villa.

En 1999 el Museu d'Art Decoratives de Barcelona adquiere diferentes piezas de joyería de Josep Civit.

M. Àngels Canut

Historiadora del Arte